Una narración sacra, un relato mitológico, nos ha transmitido que el Sol suplicó a la Luna para pedir a ésta que lo ocultara, de modo que aquel tuviera una coartada para ausentarse del ancho cielo. Podría liberarse de su luminosa tarea, aunque el descanso fuera sólo unos momentos: la duración de un eclipse solar.
La Luna, ante tanta súplica y después de que el Sol abrazara sus rodillas, accedió a su petición, pero esperó a la plenitud de su fase. Durante la estación del estío, cuando el Sol más brillaba, la canícula alcanzaba su máxima potencia calorífica, el astro solar mandaba fotones y ondas ultravioletas en apresurada cinética de partículas, la Luna se acercó al Sol, y lo fue cubriendo, poco a poco, para que a los agotados mortales no les sorprendiera de golpe la oscuridad, temblando sus piernas por el miedo y acongojándose sus corazones.
El Sol, que por encima del éter hacía millones de años que observaba la faz de la Tierra, no lo dudó más tiempo, para sentirse libre y pasar desapercibido se hizo corpóreo en el ser más perfecto, sigiloso y discreto que existía entre los animales: una gata negra. La Luna, perezosa, en seguida se sintió cansada de parapetarse como motor inmóvil, y sin avisar al Sol, deshizo su celeste favor, apartándose lentamente. Cuando Sol se dio cuenta ya era demasiado tarde, salió corriendo hacia el Cielo, impulsado por el soplo del Céfiro, apresurándose sobre un carro que describía una estela áurea dada la velocidad a la que se desplazaba, como si tiraran de él los corceles indomables Janto y Balio. Dada la urgencia con la que partió de la Tierra cuando el eclipse solar se desvanecía, dejó en su metamorfosis parte de él: cientos de rayos de Sol se quedaron dentro de la gata negra en la que se había transformado, dejando reflejos dorados por todo su pelaje.
Todos los gatos que nacieron de aquella gata negra, su primera progenie y la descendencia hasta nuestros días son los gatos a los que por su pelaje, llaman Carey. Su manto oscuro se fragmenta por cientos de rayos de luz; como si se trata de la descomposición lumínica de la luz blanca por longitud de onda a través de un prisma en toda su gama cromática visible por el ojo humano, los tonos son rojos, amarillos y naranjas. Quien conoce la génesis solar de las gatas carey simboliza las gamas cromáticas de su pelaje en propiedades mágicas.
Éste es el relato mítico que nos cuenta el origen de la gata carey, un aition o relato causal precientífico de cultura tradicional ágrafa pero de indudable entretenimiento literario.